Dejó Plato para buscar un mejor futuro y la mataron en medio de una extorsión.
Ada Luz Pérez Santana fue víctima de una violencia que no da tregua en Barranquilla. Su historia, como la de muchos trabajadores, refleja el drama que viven quienes migran en busca de oportunidades y terminan atrapados por el miedo y la impunidad.
A sus 27 años, Ada Luz había dejado su tierra natal, Plato (Magdalena), con la ilusión de labrarse un camino en Barranquilla. Llevaba apenas unas semanas trabajando en el restaurante Arroz Paisa, ubicado en el barrio La Paz, al suroccidente de la ciudad, cuando fue asesinada.
Dos sicarios en moto ingresaron al establecimiento y sin mediar palabra le dispararon en la cabeza. Ada cumplía con su jornada laboral cuando fue atacada. Tras el crimen, los agresores lanzaron un panfleto firmado por un grupo criminal que exige pagos extorsivos a comerciantes de la ciudad.
Según testigos, el objetivo del atentado no era Ada, sino el dueño del restaurante, quien presuntamente se negó a pagar la “cuota”. La joven fue trasladada por vecinos al centro asistencial Paso La Manga, donde falleció horas después.
“El mensaje fue claro: o pagas con dinero, o pagas con tu vida”, expresó un vecino del sector.
Este hecho ha generado consternación entre la comunidad y pone nuevamente sobre la mesa la problemática de las extorsiones en Barranquilla y su área metropolitana. Mientras tanto, muchos cabecillas criminales siguen operando desde prisión con total impunidad, cobrando vidas inocentes en medio de su guerra por el control del territorio.
La historia de Ada Luz es también la historia de muchas familias que ven partir a sus hijos con esperanza… y los reciben de vuelta en un ataúd. Una tragedia que duele, que indigna, y que nos obliga a seguir preguntando:
¿Quién responde por esta violencia que ya parece normalizada?