El nuevo pulso por la Alcaldía de Santa Marta

El nuevo pulso por la Alcaldía de Santa Marta

Las atípicas dejaron un mensaje claro

Las atípicas pronostican la próxima Alcaldía de Santa Marta: lo que revelan los votos y el descontento ciudadano ante una “rosca cerrada”

Por La Esquina De Mi Barrio

Las elecciones atípicas de Gobernador del Magdalena no solo definieron un nuevo panorama departamental: también dejaron un mensaje contundente en Santa Marta.
Aunque la contienda era por la Gobernación, el comportamiento del distrito abrió una discusión inevitable:
¿Están las atípicas anticipando lo que podría pasar en la elección de Alcalde?

El resultado en Santa Marta fue claro: Rafael Noya superó a Margarita Guerra por 1.508 votos, rompiendo más de una década de supremacía del caicedismo en la capital.
Pero lo más importante no es el número: es lo que ese número simboliza.
La ciudad que durante años fue el corazón naranja del Magdalena ya no vota como antes.

Santa Marta votó distinto al resto del departamento

En el departamento, Margarita Guerra ganó en 20 municipios con mayorías amplias.
Pero Santa Marta hizo lo contrario:

  • Noya: 44.804 votos
  • Guerra: 43.296 votos

Un giro que muestra una fractura entre:

  • El Magdalena rural y ribereño: fiel al caicedismo.
  • El Magdalena urbano–costero: inclinado hacia Noya.

Y Santa Marta fue el epicentro de ese quiebre.

El voto urbano mandó un mensaje: cansancio, descontento y un llamado de atención

Aunque el caicedismo conserva una base electoral sólida en la capital, el resultado evidenció algo que se escucha en las calles, buses, redes sociales y plazas:
la ciudadanía está inconforme.

Pero no se trata solo del desgaste natural tras 12 años de gobierno, ni de la crisis institucional del caso Agudelo, ni de los problemas cotidianos de basura, agua, movilidad o vías.
Existe un fenómeno más profundo, del que muchos hablan, pero pocos escriben:

Un gobierno que prometió cambio, pero que la ciudadanía percibe con las mismas prácticas de siempre

Muchos samarios votaron buscando renovación, transparencia y ruptura con las viejas lógicas clientelistas.
Pero hoy, en distintos sectores de la ciudad, se escucha una crítica recurrente:

“Cambió el grupo político, pero no las prácticas.”
“Es la misma rosca, solo que ahora más pequeña y cerrada.”

Este sentimiento se ha convertido en una de las principales fuentes de frustración.

Los ciudadanos perciben que:

  • los favores políticos siguen existiendo,
  • la entrega de contratos o ayudas es selectiva,
  • el círculo cercano del poder es más reducido,
  • la participación real del ciudadano común es mínima,
  • el discurso del cambio no se refleja en las acciones del día a día.

Ese contraste entre lo que se prometió y lo que la gente ve ha erosionado la confianza de un sector urbano que antes era leal.

El efecto político: el voto fiel se volvió voto crítico

El elector samario no es estático.
Es más informado, más urbano y menos dependiente de estructuras tradicionales.

Cuando percibe:

  • estancamiento,
  • repetición de prácticas clientelistas,
  • exclusión de nuevos liderazgos,
  • o “roscas” cerradas,

retira su apoyo.

Por eso, aunque Margarita Guerra obtuvo más de 43 mil votos en Santa Marta,
su movimiento ya no domina automáticamente la capital.

¿Qué tendría que hacer el caicedismo para intentar revertir la tendencia?

Sin predecir resultados, pero analizando patrones reales, la tarea sería monumental y estratégica.
Algunas claves son:

1. Reconectar con la ciudadanía mostrando resultados concretos

El ciudadano urbano quiere ver:
agua, aseo, movilidad, orden y obras que funcionen.
La gestión visible es más poderosa que la propaganda.

2. Romper la percepción de “rosca cerrada”

Esto implica:

  • abrir espacios de participación,
  • descentralizar decisiones,
  • mostrar equipos renovados,
  • permitir que nuevas voces entren al proyecto.

3. Renovar figuras y discursos

El electorado ya no responde igual al relato tradicional del movimiento.
Se necesitan liderazgos nuevos, menos confrontación, más técnica y gestión, y un mensaje urbano moderno y creíble.

4. Reconstruir el vínculo con barrios en crecimiento

Santa Marta cambió demográficamente.
Nuevas zonas no sienten vínculo con el proyecto político.
Escuchar, estar presente y entender sus problemas será clave.

5. Asumir el desgaste, no negarlo

La gente respeta más la autocrítica, la transparencia y la capacidad de rectificar.
Negar el desgaste solo profundiza la distancia con la ciudadanía.

Conclusión: las atípicas no definen al próximo alcalde, pero sí cambiaron el tablero

Santa Marta envió un mensaje contundente:

  • Ya no vota por tradición.
  • Ya no vota por fidelidad.
  • Ya no vota solo por historia.

Ahora vota por resultados, transparencia y credibilidad.

El caicedismo sigue vivo y fuerte, pero ya no es el movimiento hegemónico en la capital.
La oposición demostró que puede competir y ganar.
Y la ciudadanía dejó claro que no tolerará promesas sin cambios reales.

La próxima elección será una de las más complejas y abiertas de la historia reciente de Santa Marta.
La política en la ciudad cambió. El votante también.
Y las atípicas fueron la primera señal.

Con información basada en los resultados de preconteo de la Registraduría Nacional del Estado Civil y en el análisis del comportamiento electoral reciente en Santa Marta.

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