En redes sociales comenzó a circular una frase atribuida al congresista Miguel Polo Polo, en la que supuestamente asegura que “el pueblo saldrá a marchar en su defensa” tras ser llamado a juicio por presunto hostigamiento agravado contra el presidente Gustavo Petro.
Más allá de si lo dijo o no —porque hasta ahora no hay confirmación oficial en medios verificados—, lo cierto es que la frase resume un fenómeno preocupante en la política colombiana: la banalización del discurso público.
Polo Polo se ha hecho notar por su estilo confrontacional, provocador y mediático. No representa una oposición técnica o argumentada, sino una oposición emocional que vive del escándalo y la polarización. Y aunque la libertad de expresión y la protesta son pilares de la democracia, no pueden convertirse en excusa para insultar, desinformar o sembrar odio.
Convertir cada diferencia en una ofensa, cada crítica en un ataque y cada adversario en enemigo, ha degradado el debate público colombiano a niveles preocupantes. El problema no es ser oposición, sino hacerlo desde el resentimiento y la provocación en lugar de la razón y la coherencia.
Esta supuesta frase —“el pueblo marchará en mi defensa”—, aunque no comprobada como suya, refleja bien el tono con el que muchos perciben a Polo Polo: un político más pendiente del ruido que de las ideas, y que en el fondo no representa una verdadera fuerza popular, sino un personaje más del espectáculo político que tanto daño le ha hecho al país.
